viernes, 25 de septiembre de 2009

Haz de agujas cristalizadas

El viento suele actuar como trasporte de esencias lejanas. Eso lo sabía en ese momento, pero también tiene su propia esencia, y trae lejanos ecos con él, como si de una colección se tratase.

Mientras avanzaba atravesando la noche, visualizó a su madre. Lejana e impávida, lo contemplaba a kilómetros de distancia. En sus ciclos había visto a su chiquillo crecer, desde que era una simple semilla, pasando por los primeros brotes de los que ella procuraba alimentar con plateados líquidos y sustancias que con el tiempo echarían raíces y solidificarían dentro, para formar lo que algunos suelen llamar fortaleza, u otros principio trascendente.

La extrañaba, pero no tanto. De un tiempo a la fecha había dejado de cumplir sus deberes de hijo. Sin embargo no era porque no quisiese, más bien porque era parte de lo que ella misma le había destinado. Le entrego la mortalidad entre la inmortalidad, y debía aprender poco a poco a habitar con ello. De tal modo sus pasos se concentrarían aquí, en estas dimensiones pseudo-limitadas, lejos de su regazo, de su protección.

Pero ella siempre vigila, incluso cuando tiene los ojos cerrados. Siempre recuerda a su pequeño, a quien le aguardan muchas cosas y nada a la vez. Es parte de la existencia misma que va descubriendo, y a pesar de esa incertidumbre a la que fue arrojado, al contemplarla lo hace con paciencia, a veces con desesperanza, o incluso con desesperación, y ella siempre exitiende sus brazos de luz que llegan al corazón, y envía caricias navegando sobre el viento.

En septiembre suele ser más cariñosa, y esa mezcla de hilos de plata con fríos vapores apacigua el corazón, hidrata el alma y clarifica la mente.

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domingo, 5 de julio de 2009

Coming back

Este es un texto. No, parece un texto.
Me dieron ganas de escribir, porque he sentido una sensación de rememoranza. Percibí vibraciones que hacía tiempo había extraviado, que el polvo de la vida había tragado. Pero causalidades me hacen recordar.
Recordar precisamente el punto de esencia. Las sinfonías que en ese mundo invaden el aire, invaden los pulmones, el torrente sangüíneo las células y el misterio de la existencia.
Quiero, ahora, poner altavoces. ¡Hacer que perciban las verdaderas melodías que nos atraviesan!, mas la misma vida nos ha hecho sordos.
A veces son como hadas. Azules y verdes, y plateadas. A veces son cristales caledoiscopiales, mareantes, pero tales destellos brillan en el fondo de cada persona.
O al menos tengo algo de fe que así sea. Que aún en cada silueta pueda atravesar mi mano y hacer funcionar los consumidos soles, las marchitas estrellas.
Somos un universo, somos titilaciones del espacio tiempo.

Pero más que eso, somos perdidos peces nadando en una misma pecera, día tras día, corriendo sobre la misma vieja tierra, donde encontramos los mismos viejos temores.(*)

Y singularmente ocurre a veces, encontrarme con que algún pez salta, y se le siembran alas.



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(*) Pink Floyd - Wish you were here

sábado, 20 de junio de 2009

Fluir de las fases

Desperté con gran alegría al sentir los compases sonoros tan característicos del conocido artista. Despegué cuan avión de la cárcel de Morfeo, y por lo entusiasta de mis movimientos me golpeé contra el vidrio empañado. Mi mejilla azuló, y mi oído asintió.

Continué con la rutina diaria, pero la felicidad me había invadido. Era un gusto especial, un gusto extraño que simplemente surgía y me hacía sonreir de manera algo estúpida, pero no lo suficiente para no ser comprendida dentro del rango común de la gente, a cuyo cierto porcentaje pertenecía.

Preparé una taza caliente y una tostada. De esta forma se mantiene el calor necesario dentro, pues el alma no debe congelarse. La ducha fue de rapidez higiénica y de lentitud termal: en ese día no era tan necesaria la primera.

Salí temprano y disfrute cada paso, cada hoja ya no crujiente por la humedad, cada ola artificial que barría naturalmente la calle. El día era favorito, por lo que las clases fueron más una justificación. Aún no me explicaba por qué me sentía así. Era diferente al gusto común, lo sentía.

Pero no fue que lo asimilé hasta que volvía a mi casa. El cielo fluía acariciándome, y con mi andar pingüinos habitaron mi rostro expuesto, sonriente. En ese momento fue cuando crucé trayectorias con algo, o alguien. Lo que sea que haya sido, algo ocurrió. Era como si la naturaleza de las cosas rigieran sus leyes, rigieran su vida, totalmente contrario al común de los mortales.

Él notó mi sensibilidad con aquel día, y yo noté cómo me atravesó con la mirada, sin yo mirarlo, y conjuntamente atravesó cada vibración, cada trascendencia, derribando el muro de gotas que nos separaba...

Lo había entendido finalmente: en ese instante fui agua, hielo y vapor a la vez.

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viernes, 5 de junio de 2009

As de espadas

Se comenta que aquel jugador fue uno de los más hábiles en la faz. Solía versele equilibrando su carta maestra, aquel remate con que se adjudicaba las victorias en las innumerables e infinitas partidas jugadas con lo invisible.
Un día la gravedad le ganó una partida, y enterróse el filo en la tibia y blanda existencia: una estela, un silbido, y la provocación de la herida inmortal que jamás sanaría.
Aquel as era rojo.
Aquel as era el último.

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martes, 12 de mayo de 2009

Encadenando la luz

Es increíble la inmensidad del universo, sobre todo cuanto más cerca lo percibimos. He visto cómo los brazos de las galaxias chocan entre sí, cómo los cientos de lunas se despegan de las nubes, mientras otros tantos soles se derriten en la incertidumbre. He visto con cierta impotencia cómo las estrellas, miles de ellas, se fatigan y caen al suelo, pisoteadas por la mismísima gravedad. Aún tengo presente esa imagen, de púlsares girando lento, colapsando porque el tiempo los ha dejado atrás, porque hemos cerrado el cielo y a su vez edificado las puertas que nos exilian a este infierno.

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sábado, 14 de marzo de 2009

Aceite a nuestra salud

Era tragicómico ver las líneas grises sobre la ciudad. Eran las estelas de inagotables soles y lunas que marcaban los compáses a la marcha de esta fría máquinaria. Comía polvo y respiraba vida como una sanguijuela arrojada al vacío. Los engranajes rechinaban y se soltaban, rodaban ladera abajo con rumbo aparente, pero perdidos en el trascendente sentido. Es cierto, muchas veces el metal nos maravilla con su brillar, pero tras él siempre ha caminado el congelado rumbo de nuestro azar.

[Stgo. en 100 palabras]



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domingo, 8 de marzo de 2009

Alimentar y ser comido

Parecía dormir, pero sabíamos que era imposible con tanto ruido. Sin embargo la naturaleza se había perdido entre tanta esquina, y por adaptación es que aquello tenía la extraña capacidad de cruzar portales oníricos con cuanto más bullicio había. En vano trataban algunos de despertarlo, mientras alrededor los maniquíes y títeres hacían sus fetichistas danzas. Nos les convenía que despertase, por más hilos se cortaran en el intento. Y así ha funcionado siempre, quizás algún día despierte y suceda aquello que tanto tememos en lo profundo de nuestra rutina.

[Stgo. en 100 palabras]




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