jueves, 18 de septiembre de 2008

The star behind the curtain

Se dispara el primer haz, rompiendo lo que yace tras el muro del sueño. Despunta vertical, como la cascada invertida del tiempo. Alto saltan los recién liberados, y bajan serpenteando las colinas. Para unos es el continuo infierno que los exilia de su única y finita libertad, otros es la esperanza misma, una nueva oportunidad, un nuevo comienzo que una vez más derrite los hielos del pasado.
A la distancia se pueden ver los llameantes caballos embistiendo la ciudad muerta bajo el barro. Son precisamente ellos los interpretados, en castigo desde el reino del este, o como obreros que secan el lodo para seguir transitando la rutina. Para mi es simplemente la lucha eterna en lo alto, cuando la represa de piedra es desbordada una y otra y otra vez, anegando las estrellas y marcando el ritmo del tiempo infinito, aquellas vueltas del reloj de arena del que víctimas nos hace Cronos.



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jueves, 4 de septiembre de 2008

Seasons

El señor aquel gustaba de usar un sombrero de copa, de esos olvidados por la avalancha de cadáveres que ha formado el actual progreso. Portaba también un bastón, mejor dicho, una rama de un árbol que yace perdido en valles enterrados. Acostumbraba caminar por las praderas, y a veces cruzar el empedrado camino. A veces corría, nadie sabe por qué, pero lo hacía. Y lo disfrutaba. A cada pisar dejaba una onda bajo la tierra que se esparcía circularmente, formando esferas de existencia. Así, con la rama alzada, parecía perseguir la cortina de lunas en el horizonte... pero qué raro, si él mismo las había puesto ahí para cubrir la ventana. De algún modo se disgustaba consigo mismo por ello.

Este caballero peculiar suele vérselo navegando. Creo que de eso se gana la vida. Dicen que su esposa, con quien se acompaña, va lanzando semillas al mar, de las cuales salen profundas luces... que solemos confundir con estrellas.
Su barco no es barco. De hecho, toma prestado del mar el verbo navegar, y con eso realiza su proeza. Claro, no podía ser de otra forma, pues... ¿cuándo han visto ustedes navíos zurcando las nubes? al menos, no en este tiempo, que en brumosa cascada acelerada oculta tal visión a las piedras, mas corona de colores las eclipsadas sombras de la existencia.



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domingo, 27 de julio de 2008

Mindmaster

De pie, en la cima de la consciencia observaba el trayecto que debía recorrer. Comenzó lento... si lo hacía rápido y precipitadamente podría jugarle en contra. Más y más abajo, más y más profundo, era su guía la empedrada escalera de caracol a sus pies. Like a leaf in the zenit of Autumn, deeply in itself he fall. La puerta final estaba entreabierta, sólo la cruzó. Ante él el conocido jardin, con baldosas blancas y pulidas, con pastos a los lados, y la verde pradera al final acotada a un lado por el bosque. El cielo era celeste, pero iluminaba como un día nublado... sin sombras, como la niebla de la imaginación. Habían jardineras con sobresalientes en los cuales se podía sentar y reposar, y dejarse abrazar por aquel jardín, aquel núcleo de la Supermente.

Pero no había viajado a ese lugar a solo descansar, la gente común lo hace, y ni siquiera sabe que lo hace. Iba porque conocía sus capacidades, y los dones que se le habían otorgado, y no titubeaba en usarlos. Iba porque necesitaba recordar lo que los mezquinos sueños le habían arrebatado dejándole migajas, y nada más que el dulce y corto sabor de su imagen. Él no sabía dónde encontrarla, pero sabía que a su llegada hora lo obtendría, porque así son los designios de los hilos sobre las cabezas de la humanidad [y, para su lamento, él no podía negar ser uno más de ellos]

La intuición lo llevo a observar un árbol que se alzaba a un costado del jardín. Era bello, perfecto. Ni muy alto, ni muy pequeño. Estéticamente agradable, amigable, ni muy frondoso, ni muy escaso. Sin embargo, aquella imagen no lo engañaba, y era ese el lugar al que debía acudir. Aquel era el núcleo de los sueños. Se acerco caminando, con convicción cruzó el portal a través del tierno tronco...

Es difícil expresar aquello que sus ojos presenciaron dentro. Eran colores. Era risas. Eran imágenes. Eran zarcillos vacilantes que lo atravesaban jugueteando, y era la más helada lluvia que ascendía por sus pies. Tales imágenes no se asemejan a nada más que lo que son: la inmensa majestuosidad del mundo onírico...
Era su propio mundo, así que ordenó traer el sueño que le habían arrebatado. Flotando ante él apareció una bola de cristal con humo revoloteante y rosa en el interior. La acerco a su mirada y se encontró con aquel rostro que no podía olvidar, que le quitaba el sueño y que le llenaba éstos. Sonrió, y cruzó fuera de aquel confuso mundo.

En los jardines fue hasta un asiento. Sabía cómo rememorar los acontecimientos que se esconden a los ojos del mundo, así que el fino cristal se evaporó dejando libre la nube rosa, y lo hizo.

Ahí estaba denuevo, en aquel sueño que ansiaba revivir. Por más conciencia que se tenga dentro de aquellos dominios es imposible evitar su crónica confusión, pero fue lo suficiente como para verla ahí, de pie con la carpeta azul y cafe, con su mirada tierna, e incierta. De algún modo sabía que él volvería... intercambiaron palabras, sentimientos futuros, y aquellas visiones que se esconden bajo nuestros tapetes... fue una hazaña digna de un Maestro de Mentes, pues lo que él vió ahí fue más de lo que deseaba, y tales acontecimientos escapan a los designios destinados a un relato.

Nada más queda decir que, tras volver del viaje dentro de la nube, él se precipitó corriendo a la puerta, a zancadas subió la torcida escalera, y llegó arriba victorioso...

Y ahí arriba las pupilas centellaron, dejando escapar una lágrima a la mar sonriente.




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jueves, 24 de abril de 2008

The Moonwalker

Cuenta la leyenda que una vez los vientos susurraron entre bambúes, cuentan que aquellos susurros venían del cielo, del mar, del desierto.
Tal concepción llevó a los árboles a entender que no podía entenderse sino con la suficiente tierra bajos sus pies.
Entonces se elevaron, desplegaron sus altas ramas y planearon las estelas. La gravedad los llevo altos, tanto como para danzar y hacer dar vueltas el Sol y la Luna... volaron lejos, y las estrellas rotaron, y el cielo se rayó de un verde negruzco.
La esperada gota de aquel brebaje cayó fugazmente, golpeó en seco el polvo terrestre, y provocó un temblor, un escalofrío, una lágrima y un pestañeo.
Pestañeó, mucho, el Caminante de la Luna. Lo hizo tanto que sus sueños se apoderaron de la realidad. Tomaron formas extravagantes, lo hicieron comer verduras y beber vino tinto. Los zarcillos bailaban y reían a su alrededor, mientras el desorientado extranjero luchaba por nadar hacia la luz.
No lo logró.
Las luces se abalanzaron sobre él.
Y una mano asomó por la puerta cambiando el switch a off.

Y jamás despertó, y jamás durmió.




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miércoles, 2 de abril de 2008

Ilúvatar

Déjame narrar
los acontecimientos anteriores al tiempo
los hechos que hicieron a los árboles verdes
y a las manzanas dulces
déjame, por favor, romper el ruido de tu mente
déjame ser el maestro de orquesta de tu alma
pues ahí profundo
no ves más que peces y galaxias
déjame decirte una vez más
que el tiempo no para
mientras tu corazón sepa cantar.




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viernes, 28 de marzo de 2008

Wind's Tale



A veces el viento susurra más que una brisa al oído.
A veces se puede escuchar el lejano mar en su garganta
el lejano desierto en sus pestañas.
A veces te permite planear en sus alas
o simplemente apreciar su arte en nubes altas.
A veces espera quieto tu despertar
o enlaza un requiem a nuestro andar.




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