domingo, 27 de julio de 2008

Mindmaster

De pie, en la cima de la consciencia observaba el trayecto que debía recorrer. Comenzó lento... si lo hacía rápido y precipitadamente podría jugarle en contra. Más y más abajo, más y más profundo, era su guía la empedrada escalera de caracol a sus pies. Like a leaf in the zenit of Autumn, deeply in itself he fall. La puerta final estaba entreabierta, sólo la cruzó. Ante él el conocido jardin, con baldosas blancas y pulidas, con pastos a los lados, y la verde pradera al final acotada a un lado por el bosque. El cielo era celeste, pero iluminaba como un día nublado... sin sombras, como la niebla de la imaginación. Habían jardineras con sobresalientes en los cuales se podía sentar y reposar, y dejarse abrazar por aquel jardín, aquel núcleo de la Supermente.

Pero no había viajado a ese lugar a solo descansar, la gente común lo hace, y ni siquiera sabe que lo hace. Iba porque conocía sus capacidades, y los dones que se le habían otorgado, y no titubeaba en usarlos. Iba porque necesitaba recordar lo que los mezquinos sueños le habían arrebatado dejándole migajas, y nada más que el dulce y corto sabor de su imagen. Él no sabía dónde encontrarla, pero sabía que a su llegada hora lo obtendría, porque así son los designios de los hilos sobre las cabezas de la humanidad [y, para su lamento, él no podía negar ser uno más de ellos]

La intuición lo llevo a observar un árbol que se alzaba a un costado del jardín. Era bello, perfecto. Ni muy alto, ni muy pequeño. Estéticamente agradable, amigable, ni muy frondoso, ni muy escaso. Sin embargo, aquella imagen no lo engañaba, y era ese el lugar al que debía acudir. Aquel era el núcleo de los sueños. Se acerco caminando, con convicción cruzó el portal a través del tierno tronco...

Es difícil expresar aquello que sus ojos presenciaron dentro. Eran colores. Era risas. Eran imágenes. Eran zarcillos vacilantes que lo atravesaban jugueteando, y era la más helada lluvia que ascendía por sus pies. Tales imágenes no se asemejan a nada más que lo que son: la inmensa majestuosidad del mundo onírico...
Era su propio mundo, así que ordenó traer el sueño que le habían arrebatado. Flotando ante él apareció una bola de cristal con humo revoloteante y rosa en el interior. La acerco a su mirada y se encontró con aquel rostro que no podía olvidar, que le quitaba el sueño y que le llenaba éstos. Sonrió, y cruzó fuera de aquel confuso mundo.

En los jardines fue hasta un asiento. Sabía cómo rememorar los acontecimientos que se esconden a los ojos del mundo, así que el fino cristal se evaporó dejando libre la nube rosa, y lo hizo.

Ahí estaba denuevo, en aquel sueño que ansiaba revivir. Por más conciencia que se tenga dentro de aquellos dominios es imposible evitar su crónica confusión, pero fue lo suficiente como para verla ahí, de pie con la carpeta azul y cafe, con su mirada tierna, e incierta. De algún modo sabía que él volvería... intercambiaron palabras, sentimientos futuros, y aquellas visiones que se esconden bajo nuestros tapetes... fue una hazaña digna de un Maestro de Mentes, pues lo que él vió ahí fue más de lo que deseaba, y tales acontecimientos escapan a los designios destinados a un relato.

Nada más queda decir que, tras volver del viaje dentro de la nube, él se precipitó corriendo a la puerta, a zancadas subió la torcida escalera, y llegó arriba victorioso...

Y ahí arriba las pupilas centellaron, dejando escapar una lágrima a la mar sonriente.




Creative Commons License