domingo, 20 de junio de 2010

El desear

El aire rozaba con estoico helar mi cabello y mi expuesto rostro. Mis pasos eran aprisados, a pesar que apuro no tenía. Los últimos días la aparente confusión me había tomado el cráneo y se había encargado de mezclar esos vectores que no deben mezclarse según la actual sociedad, y por ello lo evita. Aquellas flechas que apuntan a la tierra son las que nos dirijen, y las que apuntan al cielo son las que debemos añorar, mas nadie se encarga de trepar por aquel eje.

Cuando tiembla la tierra me hago susceptible a aquel vector. Siempre formando extrañas visiones me eleva los pies, y me hace confundir, o más bien, fundir.
En mi caminar iban apareciendo rostros en medio de la calle. "Faces coming out of the rain". La música tiene su propio telón mental, y tras de el hace de las suyas.

Yo, preso de la semiconsciencia, y de cuerpo débil, me entrego a estas visiones, a ese recordar de etéreas visiones. Los brazos me explotan, rajándome la piel, brotando fibras particulares de músculos, transformando mi fisionomía. Son como gusanos de carne mutando, creciendo y aferrándose a mi hombro, engruesando mi brazo.

La sangre hervía dentro, y todo se está volviendo confuso, girando. Lo que era en un comienzo, ahora no lo es.
Las vicisitudes cerebrales comienzan a reir. La locura no es más que un recurso sustantivo, un clavo donde pivotear el caos.

La rosa surge de la frente. Negra. Inmortal.




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