lunes, 8 de noviembre de 2010

De lo gris y lo sólido

Cientos de años habían pasado. Quizás miles. No importaba realmente, lo que importaba es que seguían ahí, firmes dando la cara a la avalancha de segundos. Firmes, frente a la tormenta de arena de su reloj.

Cuando fueron creados nunca nadie pensó en la inmortalidad de las obras. Fueron creados en tiempos presurosos, donde la necesidad del momento no daba cabida a lo trascendente, donde la vorágine histórica había logrado consumir los últimos retoños de salvación. No salvación de algo, sino aquella salvación que viene de uno mismo. De nosotros mismos.

Pocos vestigios quedaban del esplendor que alguna vez tuvieron. En épocas remotas eran grandes obras, principales ejes del desarrollo y llaves del progreso, mas como suele suceder cada ciertos eones, esos mismos procesos se encargan de autodestruirse.

Tarde o temprano serían devastados en su totalidad. Aquellos verdaderos bosques, como selva a la cual se le ha quitado todo lo orgánico. Serían devastados, poco a poco por las arenas de los milenios, volviendo a ser lo que alguna vez fueron, aquel polvo del cual fueron extraídos y eregidos. Aquella tierra de la que fueron exiliados y obligaron inevitablemente a asesinar, con todo su contenido.

Mas los creadores nunca suelen pensar en la inmortalidad de sus obras.



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domingo, 20 de junio de 2010

El desear

El aire rozaba con estoico helar mi cabello y mi expuesto rostro. Mis pasos eran aprisados, a pesar que apuro no tenía. Los últimos días la aparente confusión me había tomado el cráneo y se había encargado de mezclar esos vectores que no deben mezclarse según la actual sociedad, y por ello lo evita. Aquellas flechas que apuntan a la tierra son las que nos dirijen, y las que apuntan al cielo son las que debemos añorar, mas nadie se encarga de trepar por aquel eje.

Cuando tiembla la tierra me hago susceptible a aquel vector. Siempre formando extrañas visiones me eleva los pies, y me hace confundir, o más bien, fundir.
En mi caminar iban apareciendo rostros en medio de la calle. "Faces coming out of the rain". La música tiene su propio telón mental, y tras de el hace de las suyas.

Yo, preso de la semiconsciencia, y de cuerpo débil, me entrego a estas visiones, a ese recordar de etéreas visiones. Los brazos me explotan, rajándome la piel, brotando fibras particulares de músculos, transformando mi fisionomía. Son como gusanos de carne mutando, creciendo y aferrándose a mi hombro, engruesando mi brazo.

La sangre hervía dentro, y todo se está volviendo confuso, girando. Lo que era en un comienzo, ahora no lo es.
Las vicisitudes cerebrales comienzan a reir. La locura no es más que un recurso sustantivo, un clavo donde pivotear el caos.

La rosa surge de la frente. Negra. Inmortal.




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