A la distancia se pueden ver los llameantes caballos embistiendo la ciudad muerta bajo el barro. Son precisamente ellos los interpretados, en castigo desde el reino del este, o como obreros que secan el lodo para seguir transitando la rutina. Para mi es simplemente la lucha eterna en lo alto, cuando la represa de piedra es desbordada una y otra y otra vez, anegando las estrellas y marcando el ritmo del tiempo infinito, aquellas vueltas del reloj de arena del que víctimas nos hace Cronos.
